2009. január 5., hétfő
Eduardo Rózsa Flores: ¡Por la derrota del estado racista de Israel!
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¡Alto la masacre sionista contra Gaza! ¡Viva la resistencia del pueblo palestino! ¡Por la derrota del estado racista de Israel!
En la noche del 27 al 28 de diciembre, la aviación sionista israelí desencadenó la operación «plomo endurecido», una de las más criminales desde 1967. Las víctimas de los ataques aéreos sobre Gaza y Rafah ya alcanzan más de 400 muertos y 2000 heridos. El gobierno israelí ha comenzado hoy una operación terrestre. Esa carnicería presentada como una respuesta a los disparos de misiles del Hamas no es solamente una escalada, parte de la campaña electoral en curso en Israel, sino un plan previsto de larga data para quebrar definitivamente la resistencia del pueblo palestino, puesto en práctica con la luz verde de la pretendida «comunidad internacional», la ONU, los países imperialistas, así como también Arabia Saudita, Qatar, Yemen y Kuwaït que han comenzado una « normalización » de sus relaciones con el ocupante sionista a pesar de sus protestas formales posteriores al inicio del ataque de las fuerzas armadas israelíes.
Gaza: un verdadero ghetto
Desde hace años, Gaza sobrevive como un verdadero ghetto. Un despiadado bloqueo económico, político y cultural la aísla del mundo. Un millón y medio de habitantes son prisioneros del ejército israelí y privados de todo: de alimentos, de combustible, de electricidad, de medicamentos, de material escolar... La población bajo el yugo de la opresión colonial bárbara desde hace sesenta años, ahora sufre un feroz «castigo» colectivo por haber votado «mal» en su elección democrática por Hamas. Llevada hasta tal punto, esta opresión anuncia el momento de la destrucción total de Palestina y particularmente de Gaza. Es una muerte lenta la que sufren los palestinos en la franja de Gaza. Alrededor del 80 % de la población vive en el umbral de pobreza y la tasa de desempleo alcanza el 65 %. El ingreso por persona es de 443 euros por año, o sea 1,36 euro por día. El 60 % de los niños sufren de desnutrición. La libertad de circulación entre la franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén y el mundo exterior está bloqueada. Alrededor de 260 personas murieron el año pasado, ya sea porque se les prohibió atenderse en el exterior, ya sea por falta de medicamentos. La única fábrica de medicamentos está parada por la escasez de materias primas. Más de 1.500 cargamentos y containers de materias primas están varados en los puertos israelíes. Los proyectos de construcción y de desarrollo de hospitales, clínicas y establecimientos educativos están suspendidos. Los cortes de electricidad son cotidianos.
Ahora bien, esta odiosa barbarie sólo puede ser perpetrada gracias a la impunidad total asegurada a este Estado colonial sionista e incluso al apoyo activo del que se ha beneficiado en el seno de la Unión Europea. Nicolás Sarkozy, presidente de Francia y presidente de la UE cuando fue lanzado el ataque, ha impuesto la «profundización de la cooperación con la UE» el 8 de diciembre pasado. También se decidió revalorizar las relaciones políticas entre la UE e Israel, permitiendo una participación más amplia del Estado sionista en los programas comunitarios europeos. Al otorgarle semejante ventaja a un Estado que lleva adelante una política expansionista, colonizando nuevos territorios palestinos, que saquea, que asesina, que hace un ghetto, Sarkozy le ha dado un cheque en blanco a los halcones y carga con una pesada responsabilidad en este nuevo crimen de guerra sionista.
Una vez perpetrado el asesinato colectivo, toda esa buena gente, como las lloronas misericordiosas, aparentan romperse la cabeza por Gaza. Mahmoud Abbas ha denunciado la ofensiva israelí; sin embargo es uno de los primeros responsables de la situación que viven los palestinos, ya que es muy grande su colaboración con los sionistas y su fidelidad a los planes imperialistas. Israel se apoya no solo en su ejército sino en la cobardía y la duplicidad de los gobiernos árabes, quienes mientras hacen declaraciones contra los ataques en Gaza, acusan a Hamas por el conflicto. Este es el caso del Ministro de Relaciones Exteriores saudí, el príncipe Saud al-Faisal, que criticó a los palestinos por no unirse detrás del presidente palestino Mahmoud Abbas. Éste ha sido un instrumento de EEUU y de Israel para socavar a Hamas desde que la organización islámica gano las elecciones en 2006. Por eso, el llamado saudita a la “unidad” es un intento de aislar más a Hamas, en línea con los esfuerzos del régimen egipcio quien ha colaborado cerrando sus propias fronteras con Gaza y fortaleciendo de esta manera el bloqueo económico de Israel. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se declara «profundamente inquieto» y ha llamado a un «cese inmediato de las violencias»: poniendo al mismo nivel a opresores y a oprimidos, la ONU se muestra una vez más como el fiel instrumento de los imperialismos y colonialismos de todo tipo. Estados Unidos le rogó a Israel que las incursiones no dejen víctimas civiles... mientras advierte al Hamas que debe parar sus ataques con misiles «para que cese la violencia». El presidente electo Barak Obama, con su silencio atronador, ha apoyado el descarado sostén del saliente gobierno de Bush a la agresión sionista. Sarkozy se muestra intranquilo y su ministro de relaciones exteriores, Kouchner ha repetido literalmente la declaración estadounidense.
La estrategia de Israel y las dificultades de conseguir sus objetivos reaccionarios
El estado sionista está utilizando este conflicto para rehabilitar la capacidad de disuasión militar de Israel en Medio Oriente, fuertemente dañada tras su fracaso en la guerra del Líbano de 2006. Su objetivo es demostrar que Hamas se expone a una venganza implacable si el lanzamiento de cohetes continúa. La devastación de Gaza es también un mensaje a la milicia chií Hezbola y a Irán. El gobierno de coalición israelí Kadima/Partido Laborista, en competencia interna y externa con el Likud en vistas de las elecciones de febrero, pretende sacar provecho de la actual “transición” norteamericana para forzarle la mano a su principal aliado y poder actuar con plena impunidad, desencadenando una brutal ofensiva escarmentadora contra el pueblo palestino y los países de la región, tanto los más filo-israelíes como los que mantienen una línea dura en relación a Tel Aviv.
Pero a pesar de la masividad de los primeros días de ataque, la estrategia israelí comienza a dar síntomas de complicaciones. El lanzamiento de misiles por parte de Hamas ha continuado. Como el asalto aéreo no logra sus objetivos, Israel lanzó una ofensiva terrestre que puede ser enormemente costosa en términos de vidas para sus tropas. Es que una guerra de desgaste en una ciudad tan densamente poblada como la franja de Gaza potencia las fortalezas de una fuerza irregular y numerosa como Hamas y va en detrimento de la fuerza israelí altamente dependiente en tecnología pero totalmente limitada en el uso de recursos humanos. Esto ya quedo demostrado y desemboco en la retirada israelí del Líbano en 2006, el primer retroceso militar israelí en la historia del país y fue la base de las dudas y vacilaciones de primer ministro, Ehud Olmert, durante la campaña electoral en curso.
En este marco, a pesar de que el clima político israelí está fuertemente derechizado, las salidas estratégicas del estado sionista no son fáciles. La decisión del gabinete la semana pasada permite la reocupación de Gaza y su entrega a la Autoridad Nacional Palestina de Abbas ya sea directamente o a través de una fuerza internacional o pan árabe para continuar con el fraudulento Proceso de Paz de Annapolis. Esta salida ha sido sugerida por el candidato del Likud, Benjamin Netanyahu, quien habla de “eliminar el régimen de Hamas para largo plazo”. Vale la pena señalar aquí que, un intento similar fracaso en el Líbano en 1982 cuando Israel quiso imponer a sus sirvientes locales. Por su parte, Abbas a pesar de su rol traidor frente a Israel dudaría de volver a Gaza en un tanque israelí y aun si lo hace, tendría un enorme problema en gobernarla. Otra alternativa que se baraja, es la que supuestamente alentaría el hombre del momento, el ministro de defensa, Ehud Barak, que buscaría un nuevo cese del fuego con un escarmentado Hamas. Pero esta opción, al igual que con Hezbola en el Líbano, otorga legitimidad a Hamas quien seguiría como el gobierno de Gaza. La tercera variante, llevar hasta el final el plan de desenganche del ex primer ministro Sharon, terminando su responsabilidad con la Banda de Gaza y buscando que esta obtenga sus recursos y suministros vía Egipto. Los sectores como el representado por la actual ministra de relaciones exteriores, Tzipi Livni, que le dan gran importancia al apoyo internacional a Israel, favorecerían esta opción, convencidos de que Gaza más que un activo es una pesada carga para la sobrevivencia del Estado sionista. Pero esta salida podría ser una papa caliente para El Cairo, que complicaría fuertemente las relaciones con Israel en un periodo particularmente sensible: los días de decadencia del régimen de Hosni Mubarak, ya complicado por la crisis económica, la resistencia general de los sectores más pauperizados por la crisis de los pasados años y la oposición islamista. Como vemos, a pesar de los duros golpes iníciales Israel no las tiene fácil cuando trata de encontrar una salida estratégica para el problema de su frontera sur, tarea que el actual gobierno sionista, en el marco de una dirigencia israelí dividida, elecciones cercanas y un cambio de gobierno en Washington no podrá resolver y dejará como pesada herencia al nuevo gobierno surgido después de las elecciones.
El Estado sionista es racista y colonialista
Es un hecho históricamente irrefutable: el Estado de Israel, sionista, está basado en el racismo y el colonialismo. Hacia 1885 Herzl proyectó «colonizar Palestina» y crear un «hogar nacional judío». Decretó que «el pueblo de Israel, como pueblo superior y continuador moderno del Pueblo elegido, [debía] convertirse también en un orden real» y, para hacer esto, «ser útil al Estado imperialista que protegerá su existencia». El racismo y el colonialismo israelí son los fundamentos de un Estado que se define no por referencia a una nación, sino a una religión y a una etnia. Un Estado que afirma el derecho de «su» pueblo a la apropiación exclusiva de una tierra ya habitada y explotada por otras poblaciones. Los textos fundadores del sionismo esclarecen la política actual. Cuando Herzl en 1897 se dirige al gobierno francés, con la esperanza de obtener su apoyo para la fundación de Israel, escribe : «El país que nos proponemos ocupar incluirá el Bajo Egipto, el sur de Siria y la parte meridional del Líbano. Esta posición nos hará amos del comercio de la India, de Arabia y de África del este y del Sur. Francia no puede tener otro deseo que el de ver la ruta de India y de China ocupada por un pueblo dispuesto a seguirlo hasta la muerte». Los acuerdos Sykes-Picot harán las mismas promesas pero a Gran Bretaña. El proceso estaba lanzado. Las potencias imperialistas iban a utilizar la monstruosa política del holocausto como justificación para completarlo.
Israel es así a Medio Oriente lo que Sudáfrica del apartheid fue para África austral: una colonia que impone a las poblaciones autóctonas una dominación de características racistas, y cuya existencia sería imposible sin la ayuda material de las potencias imperialistas «a cambio de los servicios prestados», en este caso Estados Unidos y los estados de la Unión Europea.
Cuando un gobierno juzga que la vida de un soldado judío es más importante que la de cientos de niños y civiles palestinos, entonces el Estado que representa ese gobierno es un Estado racista; cuando las fuerzas armadas, en los territorios que ocupan ilegítimamente, prohíben desplazarse a los civiles, les prohíben ir a buscar agua a los pozos y a las fuentes, trabajar sus campos, visitar a su familia, ir a la escuela o a su trabajo, circular de una aldea a otra, llevar al médico a un niño enfermo... entonces el Estado que representa ese gobierno es un Estado racista y colonialista. Cuando este gobierno sionista construye el muro de la vergüenza para meter en un ghetto al pueblo palestino, arrasa casas y olivares, echa, expulsa a la gente, mete presos, tortura, hambrea... entonces ese gobierno y su ejército son los de un Estado racista y colonialista.
Tzipi Livni, la ministra de asuntos exteriores de la entidad colonial sionista, presenta claramente su visión «futura» del Estado judío: un Estado puramente judío, sin palestinos, lo que significa en términos concretos y claros: expulsar a los palestinos de sus tierras y de sus propiedades, hacia Cisjordania y la franja de Gaza, o a otra parte. No es la primera vez que Livni hace tales profecías y no es la primera responsable política sionista en hacerlo (Golda Meier había hecho lo mismo). Lo que es nuevo, es que estos anuncios se repiten regularmente. Por su propia repetición, quieren parecer normales y lógicos (Estado judío y democrático = expulsión de los palestinos = limpieza étnica) y pasar el mensaje a todos los que no entendieron aún el sueño sionista. Los dirigentes sionistas no hablan de «limpieza étnica» sino que la practican sobre el terreno.
Desde entonces, la perspectiva de una solución de dos Estados se vuelve cada vez más insostenible a causa de la colonización sionista y del apoyo que le dan todos los imperialismos. El Estado israelí no aceptará nunca abandonar sus metas sionistas y expansionistas y no permitirá nunca la creación de un Estado palestino viable en la totalidad de los territorios ocupados, con Jerusalén como capital, la liberación de todos los prisioneros políticos y el retorno de todos los refugiados. Nunca habrá paz en tanto el Estado israelí, teocrático, colonialista, racista, que practica el apartheid y la limpieza étnica, no haya desaparecido.
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¡Alto la masacre sionista contra Gaza! ¡Viva la resistencia del pueblo palestino! ¡Por la derrota del estado racista de Israel!
En la noche del 27 al 28 de diciembre, la aviación sionista israelí desencadenó la operación «plomo endurecido», una de las más criminales desde 1967. Las víctimas de los ataques aéreos sobre Gaza y Rafah ya alcanzan más de 400 muertos y 2000 heridos. El gobierno israelí ha comenzado hoy una operación terrestre. Esa carnicería presentada como una respuesta a los disparos de misiles del Hamas no es solamente una escalada, parte de la campaña electoral en curso en Israel, sino un plan previsto de larga data para quebrar definitivamente la resistencia del pueblo palestino, puesto en práctica con la luz verde de la pretendida «comunidad internacional», la ONU, los países imperialistas, así como también Arabia Saudita, Qatar, Yemen y Kuwaït que han comenzado una « normalización » de sus relaciones con el ocupante sionista a pesar de sus protestas formales posteriores al inicio del ataque de las fuerzas armadas israelíes.
Gaza: un verdadero ghetto
Desde hace años, Gaza sobrevive como un verdadero ghetto. Un despiadado bloqueo económico, político y cultural la aísla del mundo. Un millón y medio de habitantes son prisioneros del ejército israelí y privados de todo: de alimentos, de combustible, de electricidad, de medicamentos, de material escolar... La población bajo el yugo de la opresión colonial bárbara desde hace sesenta años, ahora sufre un feroz «castigo» colectivo por haber votado «mal» en su elección democrática por Hamas. Llevada hasta tal punto, esta opresión anuncia el momento de la destrucción total de Palestina y particularmente de Gaza. Es una muerte lenta la que sufren los palestinos en la franja de Gaza. Alrededor del 80 % de la población vive en el umbral de pobreza y la tasa de desempleo alcanza el 65 %. El ingreso por persona es de 443 euros por año, o sea 1,36 euro por día. El 60 % de los niños sufren de desnutrición. La libertad de circulación entre la franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén y el mundo exterior está bloqueada. Alrededor de 260 personas murieron el año pasado, ya sea porque se les prohibió atenderse en el exterior, ya sea por falta de medicamentos. La única fábrica de medicamentos está parada por la escasez de materias primas. Más de 1.500 cargamentos y containers de materias primas están varados en los puertos israelíes. Los proyectos de construcción y de desarrollo de hospitales, clínicas y establecimientos educativos están suspendidos. Los cortes de electricidad son cotidianos.
Ahora bien, esta odiosa barbarie sólo puede ser perpetrada gracias a la impunidad total asegurada a este Estado colonial sionista e incluso al apoyo activo del que se ha beneficiado en el seno de la Unión Europea. Nicolás Sarkozy, presidente de Francia y presidente de la UE cuando fue lanzado el ataque, ha impuesto la «profundización de la cooperación con la UE» el 8 de diciembre pasado. También se decidió revalorizar las relaciones políticas entre la UE e Israel, permitiendo una participación más amplia del Estado sionista en los programas comunitarios europeos. Al otorgarle semejante ventaja a un Estado que lleva adelante una política expansionista, colonizando nuevos territorios palestinos, que saquea, que asesina, que hace un ghetto, Sarkozy le ha dado un cheque en blanco a los halcones y carga con una pesada responsabilidad en este nuevo crimen de guerra sionista.
Una vez perpetrado el asesinato colectivo, toda esa buena gente, como las lloronas misericordiosas, aparentan romperse la cabeza por Gaza. Mahmoud Abbas ha denunciado la ofensiva israelí; sin embargo es uno de los primeros responsables de la situación que viven los palestinos, ya que es muy grande su colaboración con los sionistas y su fidelidad a los planes imperialistas. Israel se apoya no solo en su ejército sino en la cobardía y la duplicidad de los gobiernos árabes, quienes mientras hacen declaraciones contra los ataques en Gaza, acusan a Hamas por el conflicto. Este es el caso del Ministro de Relaciones Exteriores saudí, el príncipe Saud al-Faisal, que criticó a los palestinos por no unirse detrás del presidente palestino Mahmoud Abbas. Éste ha sido un instrumento de EEUU y de Israel para socavar a Hamas desde que la organización islámica gano las elecciones en 2006. Por eso, el llamado saudita a la “unidad” es un intento de aislar más a Hamas, en línea con los esfuerzos del régimen egipcio quien ha colaborado cerrando sus propias fronteras con Gaza y fortaleciendo de esta manera el bloqueo económico de Israel. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se declara «profundamente inquieto» y ha llamado a un «cese inmediato de las violencias»: poniendo al mismo nivel a opresores y a oprimidos, la ONU se muestra una vez más como el fiel instrumento de los imperialismos y colonialismos de todo tipo. Estados Unidos le rogó a Israel que las incursiones no dejen víctimas civiles... mientras advierte al Hamas que debe parar sus ataques con misiles «para que cese la violencia». El presidente electo Barak Obama, con su silencio atronador, ha apoyado el descarado sostén del saliente gobierno de Bush a la agresión sionista. Sarkozy se muestra intranquilo y su ministro de relaciones exteriores, Kouchner ha repetido literalmente la declaración estadounidense.
La estrategia de Israel y las dificultades de conseguir sus objetivos reaccionarios
El estado sionista está utilizando este conflicto para rehabilitar la capacidad de disuasión militar de Israel en Medio Oriente, fuertemente dañada tras su fracaso en la guerra del Líbano de 2006. Su objetivo es demostrar que Hamas se expone a una venganza implacable si el lanzamiento de cohetes continúa. La devastación de Gaza es también un mensaje a la milicia chií Hezbola y a Irán. El gobierno de coalición israelí Kadima/Partido Laborista, en competencia interna y externa con el Likud en vistas de las elecciones de febrero, pretende sacar provecho de la actual “transición” norteamericana para forzarle la mano a su principal aliado y poder actuar con plena impunidad, desencadenando una brutal ofensiva escarmentadora contra el pueblo palestino y los países de la región, tanto los más filo-israelíes como los que mantienen una línea dura en relación a Tel Aviv.
Pero a pesar de la masividad de los primeros días de ataque, la estrategia israelí comienza a dar síntomas de complicaciones. El lanzamiento de misiles por parte de Hamas ha continuado. Como el asalto aéreo no logra sus objetivos, Israel lanzó una ofensiva terrestre que puede ser enormemente costosa en términos de vidas para sus tropas. Es que una guerra de desgaste en una ciudad tan densamente poblada como la franja de Gaza potencia las fortalezas de una fuerza irregular y numerosa como Hamas y va en detrimento de la fuerza israelí altamente dependiente en tecnología pero totalmente limitada en el uso de recursos humanos. Esto ya quedo demostrado y desemboco en la retirada israelí del Líbano en 2006, el primer retroceso militar israelí en la historia del país y fue la base de las dudas y vacilaciones de primer ministro, Ehud Olmert, durante la campaña electoral en curso.
En este marco, a pesar de que el clima político israelí está fuertemente derechizado, las salidas estratégicas del estado sionista no son fáciles. La decisión del gabinete la semana pasada permite la reocupación de Gaza y su entrega a la Autoridad Nacional Palestina de Abbas ya sea directamente o a través de una fuerza internacional o pan árabe para continuar con el fraudulento Proceso de Paz de Annapolis. Esta salida ha sido sugerida por el candidato del Likud, Benjamin Netanyahu, quien habla de “eliminar el régimen de Hamas para largo plazo”. Vale la pena señalar aquí que, un intento similar fracaso en el Líbano en 1982 cuando Israel quiso imponer a sus sirvientes locales. Por su parte, Abbas a pesar de su rol traidor frente a Israel dudaría de volver a Gaza en un tanque israelí y aun si lo hace, tendría un enorme problema en gobernarla. Otra alternativa que se baraja, es la que supuestamente alentaría el hombre del momento, el ministro de defensa, Ehud Barak, que buscaría un nuevo cese del fuego con un escarmentado Hamas. Pero esta opción, al igual que con Hezbola en el Líbano, otorga legitimidad a Hamas quien seguiría como el gobierno de Gaza. La tercera variante, llevar hasta el final el plan de desenganche del ex primer ministro Sharon, terminando su responsabilidad con la Banda de Gaza y buscando que esta obtenga sus recursos y suministros vía Egipto. Los sectores como el representado por la actual ministra de relaciones exteriores, Tzipi Livni, que le dan gran importancia al apoyo internacional a Israel, favorecerían esta opción, convencidos de que Gaza más que un activo es una pesada carga para la sobrevivencia del Estado sionista. Pero esta salida podría ser una papa caliente para El Cairo, que complicaría fuertemente las relaciones con Israel en un periodo particularmente sensible: los días de decadencia del régimen de Hosni Mubarak, ya complicado por la crisis económica, la resistencia general de los sectores más pauperizados por la crisis de los pasados años y la oposición islamista. Como vemos, a pesar de los duros golpes iníciales Israel no las tiene fácil cuando trata de encontrar una salida estratégica para el problema de su frontera sur, tarea que el actual gobierno sionista, en el marco de una dirigencia israelí dividida, elecciones cercanas y un cambio de gobierno en Washington no podrá resolver y dejará como pesada herencia al nuevo gobierno surgido después de las elecciones.
El Estado sionista es racista y colonialista
Es un hecho históricamente irrefutable: el Estado de Israel, sionista, está basado en el racismo y el colonialismo. Hacia 1885 Herzl proyectó «colonizar Palestina» y crear un «hogar nacional judío». Decretó que «el pueblo de Israel, como pueblo superior y continuador moderno del Pueblo elegido, [debía] convertirse también en un orden real» y, para hacer esto, «ser útil al Estado imperialista que protegerá su existencia». El racismo y el colonialismo israelí son los fundamentos de un Estado que se define no por referencia a una nación, sino a una religión y a una etnia. Un Estado que afirma el derecho de «su» pueblo a la apropiación exclusiva de una tierra ya habitada y explotada por otras poblaciones. Los textos fundadores del sionismo esclarecen la política actual. Cuando Herzl en 1897 se dirige al gobierno francés, con la esperanza de obtener su apoyo para la fundación de Israel, escribe : «El país que nos proponemos ocupar incluirá el Bajo Egipto, el sur de Siria y la parte meridional del Líbano. Esta posición nos hará amos del comercio de la India, de Arabia y de África del este y del Sur. Francia no puede tener otro deseo que el de ver la ruta de India y de China ocupada por un pueblo dispuesto a seguirlo hasta la muerte». Los acuerdos Sykes-Picot harán las mismas promesas pero a Gran Bretaña. El proceso estaba lanzado. Las potencias imperialistas iban a utilizar la monstruosa política del holocausto como justificación para completarlo.
Israel es así a Medio Oriente lo que Sudáfrica del apartheid fue para África austral: una colonia que impone a las poblaciones autóctonas una dominación de características racistas, y cuya existencia sería imposible sin la ayuda material de las potencias imperialistas «a cambio de los servicios prestados», en este caso Estados Unidos y los estados de la Unión Europea.
Cuando un gobierno juzga que la vida de un soldado judío es más importante que la de cientos de niños y civiles palestinos, entonces el Estado que representa ese gobierno es un Estado racista; cuando las fuerzas armadas, en los territorios que ocupan ilegítimamente, prohíben desplazarse a los civiles, les prohíben ir a buscar agua a los pozos y a las fuentes, trabajar sus campos, visitar a su familia, ir a la escuela o a su trabajo, circular de una aldea a otra, llevar al médico a un niño enfermo... entonces el Estado que representa ese gobierno es un Estado racista y colonialista. Cuando este gobierno sionista construye el muro de la vergüenza para meter en un ghetto al pueblo palestino, arrasa casas y olivares, echa, expulsa a la gente, mete presos, tortura, hambrea... entonces ese gobierno y su ejército son los de un Estado racista y colonialista.
Tzipi Livni, la ministra de asuntos exteriores de la entidad colonial sionista, presenta claramente su visión «futura» del Estado judío: un Estado puramente judío, sin palestinos, lo que significa en términos concretos y claros: expulsar a los palestinos de sus tierras y de sus propiedades, hacia Cisjordania y la franja de Gaza, o a otra parte. No es la primera vez que Livni hace tales profecías y no es la primera responsable política sionista en hacerlo (Golda Meier había hecho lo mismo). Lo que es nuevo, es que estos anuncios se repiten regularmente. Por su propia repetición, quieren parecer normales y lógicos (Estado judío y democrático = expulsión de los palestinos = limpieza étnica) y pasar el mensaje a todos los que no entendieron aún el sueño sionista. Los dirigentes sionistas no hablan de «limpieza étnica» sino que la practican sobre el terreno.
Desde entonces, la perspectiva de una solución de dos Estados se vuelve cada vez más insostenible a causa de la colonización sionista y del apoyo que le dan todos los imperialismos. El Estado israelí no aceptará nunca abandonar sus metas sionistas y expansionistas y no permitirá nunca la creación de un Estado palestino viable en la totalidad de los territorios ocupados, con Jerusalén como capital, la liberación de todos los prisioneros políticos y el retorno de todos los refugiados. Nunca habrá paz en tanto el Estado israelí, teocrático, colonialista, racista, que practica el apartheid y la limpieza étnica, no haya desaparecido.
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